Podrá lograr este clima en la medida que el counselor sea lo más congruente y auténtico posible, cuanto mayor sea su grado de aceptación incondicional y si posee una sensible capacidad de empatía, que le permita ponerse en el lugar de la persona con sus creencias, sus valores y su historia a fin de poder comprenderlo de la manera más cercana posible.
La función del counselor no es la de curar sino la de facilitar procesos de descubrimiento de los propios recursos del consultante para afrontar lo que hoy se le presenta, y en una atmósfera de seguridad y confianza pueda explorar su propio camino y tomar sus propias determinaciones.
La incongruencia entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos lleva a la enfermedad, en este sentido el Counseling es preventivo, porque nos permite reconocer esta incongruencia y modificarla.
Desde que nacemos, venimos interrumpiendo nuestros sentimientos más auténticos a fin de ser aceptados y queridos por los demás y es así como fuimos dejando de ser nosotros mismos. Y procedimos a evaluarnos desde la mirada que percibimos de los otros y no desde nuestra propia valoración interna.
A veces, no podemos darnos cuenta de lo que realmente sentimos, y necesitamos ayuda de un profesional para lograrlo. Y una vez que aprendemos a estar en contacto con nosotros mismos, difícilmente dejemos de hacerlo en el futuro. Y si nos aceptarnos tal como somos, es cuando realmente podemos ser capaces de cambiar, auque suene paradójico.
En la entrevistas con un counselor tenemos la posibilidad de explorar nuestros aspectos y poder reconocerlos y distinguirlos como propios o como adquiridos. Podemos descubrir si nos siguen sirviendo o si los mantenemos a pesar que ya no nos sirven más. Fundamentalmente podemos elegir que hacer ahora con ellos.
Y como dijo Sartre: “- Lo importante no es lo que han hecho de mí, sino lo que hago yo ahora con ello.”
Graciela Vazquez.
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