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Soltar

A menudo ocurre que para poder conservar la tranquilidad y la salud mental es necesario cerrar los capítulos de nuestra vida que pertenecen al pasado, y que por seguir indebidamente abiertos nos impiden desarrollarnos y crecer, disfrutar y apreciar las nuevas posibilidades que se nos presentan.
Los acontecimientos por los que transcurrimos necesitan un tiempo de elaboración, de duelo, de aprendizaje, que varía según la persona, un tiempo individual y absolutamente subjetivo. Pero a veces ocurre que ese encadenamiento con el pasado es desproporcional a la circunstancia y nos deja empecinados, dando vueltas en el vacío, y lejos de alimentarnos nos priva de transitar nuevas experiencias. 
El escritor Brasileño Paulo Coelho, ha publicado al respecto: “Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto ¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los por qué, en rebobinar y volver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.                                    El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, todos estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. Nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando vinimos a este mundo, llegamos sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy duele tanto dejar ir.”
Los motivos pueden ser muchos, puede que tengamos miedo a lo que viene después, por el solo hecho de no conocerlo; Puede que traslademos la angustia en algo más llevadero; Puede que estemos obedeciendo mandatos impropios (no propios, ajenos); puede que no estemos habituados a tolerar la frustración, etc. seguramente hay implicado un beneficio secundario al que es muy doloroso renunciar. Aprender a desprenderse, soltar lo que ya no está, requiere de un proceso, que se desarrolla mejor si es con el acompañamiento de una persona (un familiar, un amigo, un profesional, alguien del clero) que nos brinde una escucha empática, libre de juicios, permitiéndonos entrar en contacto con nuestras emociones más profundas, para explorar los aspectos y los motivos que nos llevan a quedar aferrados y suspendidos en ese incomodo lugar. 
El cambio sobreviene cuando podemos aceptar quiénes somos y lo que nos pasa, aunque suene paradójico.

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